Generalmente cuando se habla de los criminales de guerra nazis, se piensa en seres brutales salidos, quizás, de los últimos círculos del Infierno. Energúmenos armados de látigos y pistolas, sedientos de sangre. Y si estudiamos la biografía de muchos de ellos, se ve que surgieron de las clases más bajas e incultas de la sociedad. Pero esta norma se hace trizas cuando se descubre que los peores de estos criminales eran, por el contrario, hombres instruidos, de buena familia, con títulos universitarios, ...