Que Israel es una democracia como otra cualquiera no hay más que verlo en las elecciones de ayer: los encuestados mienten y los encuestadores se equivocan, y mucho. En una de las campañas más sucias de la historia de Israel, no ha habido encuesta que diera vencedor al partido de Benjamín Netanyahu. Es más, los exit polls ofrecían anoche un panorama de empate técnico entre el Likud, la derecha, y el llamado Campo Sionista, la izquierda laborista. Pero no ha sido así y Netanyahu ...