Buena parte de la cobertura mediática sobre Medio Oriente parece haberse reducida a mera muchedumbre – es decir, no a la suma de los individuos que la componen, sino a “una especie de animal sin lengua ni verdadera conciencia”, como decía Gene Wolfe en La sombra del torturador –, que marcha por la conciencia colectiva cotidiana en forma audiovisual, de texto o de ondas de radio, propalando el último capricho, la distracción más reciente, el odio de turno envuelto en benévola ideología ...





































