Ni EEUU ni la UE deberían creerse la postura prooccidental del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ni su antirradicalismo impostado. La estrategia de Erdogan, que preside un país miembro de la OTAN, es claramente dar apoyo a los planes de Rusia y China para el futuro de Afganistán. Cuando la Unión Soviética invadió Afganistán (diciembre de 1979) para respaldar al régimen comunista local, entonces en conflicto con combatientes musulmanes radicales, Turquía lidiaba con su propia guerra civil entre facciones de ultraizquierda ...