Dos semanas le tomó al Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, emitir un llamado al “cese al fuego en Gaza”. Su gesto diplomático -de forma y de orden tan bajo y endeble que ni el mismo se lo creyó- fue recibido por las partes como un efímero soplo del viento. El gesto del funcionario no hizo más que reflejar la falta de voluntad, la sumisión y la imposibilidad de la comunidad internacional para hacer frente a las causas reales ...