Con el fin de averiguar el significado profundo de esa revelación onírica Rabí Ezequiel Amiram fue a visitar a un tintorero musulmán que vivía en Córdoba. Cargó su borrico con panes fragantes, hizo ramos de plantas medicinales para Farid ibn Ward y se puso en camino. Por lo pronto no le asombró demasiado que el sueño le hubiera afinado la percepción: lo que antes había sido un detalle sin importancia ahora destacaba con una nitidez que cortaba la respiración: el violáceo ...