Imagínese que alguien le sugiriese que leyera un libro en el que se analiza si Noruega o, si a eso vamos, Estados Unidos, debería existir. Usted se quedaría escandalizado o, al menos, sorprendido de que alguien quisiera cuestionar el derecho a existir de una nación soberana y miembro de Naciones Unidas. En el caso de Israel, sin embargo, plantear semejante cuestión no resultar inadmisible. En cualquier momento podemos oír hablar de conferencias o seminarios sobre el tema en alguna universidad ...