La mayoría de los argentinos sospechamos que este año será tormentoso. Semejante perspectiva genera ansiedad. El final del gobierno kirchnerista no se vislumbra ordenado ni pacífico. Sin embargo, las perspectivas a mediano y largo plazo muestran vigorosas lonjas de esperanza. La torpeza, agresividad y soberbia del agónico oficialismo estimula el deseo de un cambio. No hay que perder de vista semejante ecuación. Pero no sólo cambiar el Gobierno, sino el régimen. De esta forma, las próximas elecciones no son unas elecciones ...