Se aferran, quienes se dicen “progresistas”, “humanistas” y cuanta etiqueta favorable y falaz haya (y que ya no disimula su rancio antisemitismo), al victimismo palestino, esa herramienta necesaria para refugiar el prejuicio en la pretendida dignidad de la solidaridad. Desde la política, el periodismo, los organismos internacionales – es decir, desde esos otros disfraces de respetabilidad -, se han ido retratando durante estos últimos días estos personajes a la vez que la organización terrorista palestina Hamás iba dejando en claro ...