Mario Satz Rabí Abel Azulai de Casablanca había ido a estudiar a Francia la muy noble y prestigiosa carrera de arquitectura. Inteligente y aplicado, en menos de veinte años realizó todo lo que puede desear un judío: certidumbre moral, familiar y profesional. Pero a los sesenta años apareció en su vida un músico vagabundo y ciego, Baba Yehuda Saguí Nahor, quien procedía del interior de Marruecos y tocaba la viella con inusual maestría, instrumento que había heredado de sus antepasados españoles ...