Tanto para el primer ministro Bennett como para el canciller Lapid, la última semana de octubre fue una tormenta perfecta de circunstancias que amenazan con frustrar sus deseos de mejorar las relaciones entre Israel y EEUU. Los dos, cada uno por sus propias razones, veían en el establecimiento de una buena sintonía con el presidente Biden y su Administración uno de los principales objetivos de su Gobierno de coalición cuando se hicieron con las riendas del poder, el pasado junio. Pero el Departamento ...